domingo, diciembre 25, 2005

¿Son cristianas las costumbres navideñas?

YA LLEGAN las Navidades. ¿Qué significado tienen para usted, lector, así como para sus familiares y amistades? ¿Son días de recogimiento religioso, o de algarabía festiva? ¿Es la época de meditar en el nacimiento de Jesús, o de dejar a un lado los principios cristianos?

Al plantearse estas cuestiones conviene tener presente que las tradiciones navideñas varían de lugar en lugar. Hasta el origen del nombre de la fiesta difiere de unos idiomas a otros. Según el Breve diccionario etimológico de la lengua española, la voz Navidad proviene de natividad (es decir, la de Cristo). Sin embargo, las enciclopedias indican que la palabra inglesa correspondiente, Christmas, se deriva del inglés medieval Christes Masse (la misa de Cristo). Examinemos a continuación algunos detalles de cómo se celebran estos días en un país del mundo hispano, México, pues tal vez le ayude a formarse su propia opinión sobre estas festividades.

Las Posadas, los Reyes Magos y el Nacimiento

Las celebraciones se inician el 16 de diciembre, con las Posadas. El libro Mexico’s Feasts of Life (Celebraciones mexicanas de la vida) hace este comentario: “Es el tiempo de las Posadas, los nueve días mágicos que preceden a la Nochebuena y que conmemoran la peregrinación solitaria de José y María por la ciudad de Belén, así como el momento en que al fin alguien se apiada de ellos y los acoge. Parientes y amigos se reúnen cada noche para escenificar los días que antecedieron a la natividad de Cristo”.

La tradición es formar grupos que van por las casas con imágenes de María y José, entonando canciones en las que piden posada. Los del hogar les responden cantando, y finalmente los dejan pasar. A continuación viene el festejo, en el que algunas personas intentan, vendadas y con un palo en la mano, quebrar la piñata, una olla de barro muy decorada que cuelga de una cuerda. Una vez rota, la gente recoge su contenido: dulces, frutas y similares. Luego vienen la comida, la bebida, la música y el baile. Se celebran ocho fiestas de las Posadas entre los días 16 y 23 de diciembre, y el 24 se concluye con la Nochebuena, ocasión en la que los familiares hacen todo lo posible por reunirse para una cena especial.

A los pocos días viene el Año Nuevo, que se celebra con mucho bullicio. Se dice que más tarde, en la noche del 5 de enero, los Tres Reyes Magos traen regalos a los niños. El punto culminante llega el 6 de enero, al servirse la rosca de Reyes. Quien encuentre en su porción la figurita del niño Jesús (en algunos lugares, las de los Tres Reyes Magos) queda obligado a ser el organizador y anfitrión de una última fiesta el día 2 de febrero. Como verá, los festejos navideños duran mucho tiempo.

Durante toda la temporada hay algo destacado: el Nacimiento. ¿De qué se trata? De representaciones colocadas en lugares públicos, iglesias y casas, realizadas con figuras de mayor o menor tamaño y de materiales como madera, barro y otros tipos de cerámica, que muestran a José y María arrodillados ante un pesebre donde yace un recién nacido. También suelen incluir a los pastores y los Reyes Magos. Como se trata de un establo, puede que completen la escena varios animales. Pero la figura clave es el recién nacido, el llamado Niño Dios, que quizá se ponga en la cuna en Nochebuena.

Las tradiciones navideñas bajo escrutinio

Tocante a las fiestas navideñas como se conocen por todo el mundo, The Encyclopedia Americana dice lo siguiente: “La mayoría de las costumbres que relacionamos con la Navidad no pertenecían en sus orígenes a esta celebración, sino que eran tradiciones paganas, a veces anteriores a Cristo, que adoptó la Iglesia cristiana. Las saturnales, fiestas romanas que se celebraban a mediados de diciembre, sentaron en muchos casos el modelo para el jolgorio navideño. De ellas se tomaron, por ejemplo, los banquetes, la entrega de regalos y el encendido de velas”.

En el mundo hispano se suman a las costumbres universales de la Navidad las que son peculiares de la zona. “Pero ¿qué origen tuvieron estas?”, tal vez se pregunte usted. En honor a la verdad, muchas personas que desean regirse por la Biblia han descubierto que ciertas tradiciones latinoamericanas no son más que ritos aztecas. El Universal, diario de Ciudad de México, señaló: “Los frailes de diferentes órdenes aprovecharon la coincidencia de festividades del calendario ritual indígena con el litúrgico católico, para apoyar su labor evangelizadora y misional. Sustituyeron conmemoraciones para las divinidades prehispánicas por las cristianas; introdujeron fiestas y actividades europeas y también, aprovecharon las indígenas, dando como resultado un sincretismo cultural, del cual han surgido expresiones auténticamente mexicanas”.

ALGUNOS SE SORPRENDERÍAN

En su libro The Trouble With Christmas (El inconveniente de la Navidad), Tom Flynn expone las conclusiones a las que llegó tras años de estudios sobre las festividades navideñas:

“Un sinnúmero de tradiciones navideñas hunde sus raíces en el paganismo precristiano. Muchos ciudadanos ilustrados y con sensibilidad cultural las rechazarían si conocieran bien sus orígenes, pues a veces tienen connotaciones sociales, sexuales o cosmológicas.” (Pág. 19.)

Tras aportar un cúmulo de pruebas, Flynn retoma la idea fundamental: “Una de las grandes ironías de la Navidad es su escaso contenido de cristianismo genuino. Si eliminamos todo lo precristiano, lo restante es en su mayoría poscristiano, y no cristiano de verdad” (pág. 155).

Por su parte, The Encyclopedia Americana dice: “Las dramatizaciones de la Natividad entraron a formar parte de las celebraciones navideñas en fecha temprana [...]. Se dice que la escenificación del pesebre en los templos se remonta a San Francisco de Asís”. A comienzos de la colonización de México ya tenían lugar representaciones del nacimiento de Cristo en las iglesias. Las organizaban los monjes franciscanos para enseñar a los indígenas qué era la Navidad. En fechas posteriores se hicieron más populares las Posadas. Prescindiendo de la motivación original de esta última tradición, la forma de celebrarla en la actualidad es muy elocuente. Quien se encuentre en México en esa época constatará por sí mismo la veracidad de este comentario publicado en El Universal: “Las posadas[,] que fueron la forma de recordar la peregrinación de los padres de Jesús buscando un refugio para que el Niño Dios naciera, hoy sólo son días de borrachera, de exceso, de glotonería, de vanidades y más y más de crimen”.

La idea de instalar el Nacimiento se deriva de las escenificaciones que se realizaban en las iglesias en tiempos coloniales. Aunque haya a quien le parezca hermosa la costumbre, ¿representa bien el relato bíblico? No hay duda de que es una pregunta muy válida. Por ejemplo, cuando los llamados Tres Reyes Magos —en realidad astrólogos— hicieron su visita, Jesús y su familia ya no vivían en un establo. Había pasado el tiempo y para entonces vivían en una casa. Le interesará repasar este detalle que aparece en las Escrituras inspiradas en Mateo 2:1, 11. También notará que la Biblia no indica cuántos astrólogos eran.*

En el mundo hispano, los Reyes Magos cumplen la misma función que Santa Claus. Claro, como en otros países, muchos padres esconden los juguetes en casa a fin de que los niños, cuando vayan a buscarlos la mañana del 6 de enero, crean que los han traído los Reyes. Para la industria juguetera es una ocasión de oro, que ha permitido a algunos amasar fortunas aprovechándose de lo que, como reconoce mucha gente sincera, es pura fantasía. El cuento de los Reyes Magos va perdiendo credibilidad entre gran número de personas, sin excluir a la infancia. Aunque algunos lamenten que este haya perdido aceptación, ¿qué cabe esperar de una ilusión mantenida tan solo por tradición y por conveniencia mercantil?

Los primeros seguidores de Jesucristo no festejaban la Navidad. Así lo indica una enciclopedia: “La celebración no se llevó a cabo durante los primeros siglos de la Iglesia, pues la costumbre habitual de los cristianos era conmemorar la muerte de los personajes destacados, en vez de su natalicio”. La Biblia vincula los cumpleaños a hombres paganos, y no a los verdaderos siervos de Dios (Mateo 14:6-10).

Esto no quiere decir, claro está, que sea inútil aprender y recordar los auténticos sucesos relacionados con el nacimiento del Hijo de Dios. Los relatos bíblicos se atienen a la realidad histórica y nos brindan detalles y lecciones importantes si deseamos hacer la voluntad divina.

El nacimiento de Jesús según la Biblia

Los Evangelios de Mateo y Lucas aportan datos fiables sobre el nacimiento de Jesús. Muestran que el ángel Gabriel visitó en la ciudad galilea de Nazaret a una joven soltera llamada María. ¿Qué mensaje le transmitió? “¡Mira!, concebirás en tu matriz y darás a luz un hijo, y has de ponerle por nombre Jesús. Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y Jehová Dios le dará el trono de David su padre, y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y de su reino no habrá fin.” (Lucas 1:31-33.)

María quedó muy sorprendida con el anuncio. Como no estaba casada, dijo: “¿Cómo será esto, puesto que no estoy teniendo coito con varón alguno?”. El ángel le respondió: “Espíritu santo vendrá sobre ti, y poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, también, lo que nace será llamado santo, Hijo de Dios”. Ella reconoció que era la voluntad divina, por lo que dijo: “¡Mira! ¡La esclava de Jehová! Efectúese conmigo según tu declaración” (Lucas 1:34-38).

Un ángel habló con José del nacimiento milagroso que tendría lugar y le indicó que no se divorciara de María, como había pensado hacer al enterarse del embarazo. A partir de ese momento estuvo dispuesto a asumir la crianza del Hijo de Dios (Mateo 1:18-25).

Más tarde, un decreto de César Augusto obligó a José y María a dejar la localidad galilea de Nazaret y viajar hasta Belén de Judea, cuna de sus antepasados, a fin de inscribirse. “Mientras estaban allí, a ella se le cumplieron los días para dar a luz. Y dio a luz a su hijo, el primogénito, y lo envolvió con bandas de tela y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en el lugar de alojamiento.” (Lucas 2:1-7.)

Lucas 2:8-14 refiere qué pasó luego: “También había en aquella misma zona pastores que vivían a campo raso y guardaban las vigilias de la noche sobre sus rebaños. Y de repente el ángel de Jehová estuvo de pie junto a ellos, y la gloria de Jehová centelleó en derredor de ellos, y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: ‘No teman, porque, ¡miren!, les declaro buenas nuevas de un gran gozo que todo el pueblo tendrá, porque les ha nacido hoy un Salvador, que es Cristo el Señor, en la ciudad de David. Y esto les servirá de señal: hallarán un nene envuelto en bandas de tela y acostado en un pesebre’. Y de súbito se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, alabando a Dios y diciendo: ‘Gloria en las alturas a Dios, y sobre la tierra paz entre los hombres de buena voluntad’”.

Los astrólogos

El relato de Mateo añade que varios astrólogos acudieron del Oriente a Jerusalén en busca del lugar donde había nacido el Rey de los judíos. Este detalle era de gran interés para el rey Herodes, pero no porque tuviera buenas intenciones: “Al enviarlos a Belén, dijo: ‘Vayan y hagan una búsqueda cuidadosa del niñito, y cuando lo hayan hallado vuelvan e infórmenme, para que yo también vaya y le rinda homenaje’”. Una vez localizado, los astrólogos “abrieron sus tesoros y le presentaron regalos: oro, olíbano y mirra”. Pero no volvieron al palacio real “porque en un sueño se les dio advertencia divina de que no volvieran a Herodes”. Mediante un ángel, Dios advirtió a José y María de las malas intenciones del monarca, por lo que huyeron a Egipto con su hijo. Después, en su afán por eliminar al nuevo Rey, el cruel Herodes mandó ejecutar en la comarca de Belén a todos los niños varones de dos años para abajo (Mateo 2:1-16).

Lecciones de esta historia

Los astrólogos que visitaron a Jesús —sin importar cuántos fueran— no servían al Dios verdadero. La Nueva Biblia Latinoamérica (edición de 1989) dice en una nota: “Los Magos no eran reyes, sino adivinos y sacerdotes de una religión pagana”. Acudieron basándose en sus predicciones astrológicas. Si Dios hubiese querido conducirlos al niño, los habría llevado al lugar exacto donde estaba, sin tener que pasar primero por Jerusalén y el palacio de Herodes. Más tarde, Dios intervino para que modificaran su ruta a fin de proteger al pequeño.

En Navidad, este relato suele adquirir tintes míticos y románticos, lo que oscurece el hecho más importante: el niño nació para ser un gran Rey, como indican los anuncios que oyeron María y los pastores. En efecto, Jesús ya no es ni un recién nacido ni un niño mayor. Es el Rey entronizado del Reino de Dios, que muy pronto eliminará los gobiernos contrarios a la voluntad divina y resolverá los problemas de la humanidad. Este es el Reino que pedimos en el Padrenuestro (Daniel 2:44; Mateo 6:9, 10).

El anuncio angélico a los pastores nos enseña que la salvación está al alcance de quien desee escuchar las buenas nuevas. Los que obtienen el favor de Dios llegan a ser “hombres de buena voluntad”. Ante nosotros tenemos la maravillosa perspectiva de vivir en un mundo donde imperará la paz gracias al Reino de Jesucristo, pero tenemos que estar dispuestos a hacer la voluntad divina. ¿Nos ayudarán a hacerlo las Navidades, o siquiera evidencian estas tal deseo? Para muchas personas sinceras que desean guiarse por la Biblia, la respuesta es obvia (Lucas 2:10, 11, 14).


Los anuncios del nacimiento de Jesús indicaron
que sería el futuro Rey elegido por Dios




* Hay otro aspecto que no debe pasarse por alto: al hablar del Nacimiento mexicano, suele denominarse al recién nacido “el Niño Dios”, expresión que transmite la idea de que Dios vino a la Tierra a nacer como bebé. Sin embargo, la Biblia indica que quien nació en la Tierra fue Jesús, el Hijo de Dios, y que este no es el mismo que Jehová, el Dios todopoderoso, ni es igual a él. Vea por sí mismo estas verdades en Lucas 1:35; Juan 3:16; 5:37; 14:1, 6, 9, 28; 17:1, 3; 20:17.

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