miércoles, junio 01, 2005

Claves para un liderazgo efectivo - Liderazgo

Liderazgo
Claves para un liderazgo efectivo
Por Juan Javier
Alvarez

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Existe una enorme diferencia entre ser líder (lo que requieren las organizaciones modernas) y ser un simple jefe, que se limita a cumplir directivas superiores y buscar que su personal haga lo requerido. El líder es alguien respetado, admirado y seguido por su equipo de colaboradores. Él construye las mejores condiciones para que la empresa avance, dando siempre el ejemplo, diagramando y poniendo en práctica proyectos de cabo a rabo. Él sabe interpretar lo que pasa dentro y fuera de la empresa, y logra, merced a su dinamismo, visión emprendedora y enorme capacidad de gestión, tornar sumamente competitiva a su compañía. Por eso el verdadero liderazgo está tan solicitado en el mundo de negocios moderno. Analicemos, entonces, lo que distingue al líder.

Crea el futuro

No espera que las oportunidades llamen a su puerta; él las genera, si es necesario. Está acostumbrado a luchar por las cosas que quiere, y sabe que del fruto de su esfuerzo y tesón surgirán logros que, tarde o temprano, se convertirán en realidad.

Promueve y encauza los cambios en la empresa

Está pendiente de los indicadores del cambio, sea porque internamente algo debe ser modificado, o porque la situación externa precisa dicho cambio. Pero no sólo lo sugiere, ni lo bosqueja: se pone a la cabeza para llevarle adelante con éxito. Realiza todas las tareas que van desde convencer al resto de la necesidad de cambiar, hasta instrumentarlo efectivamente y seguir con detenimiento su evolución.

Es carismático. Desarrolla la empatía

Sociable, buen comunicador y carismático, el líder se compenetra emocionalmente con los demás, adaptándose a sus interlocutores en el modo y forma en que prefieren ser tratados. Valora y respeta las opiniones y sentimientos ajenos, a la par de promover un diálogo abierto y sincero.

Sabe delegar responsabilidades

Estimula el crecimiento de sus colaboradores, y cuando les ve preparados, delega funciones en ellos sin temor ni falta de confianza en las decisiones que tomen. Les ayuda en temas menores, pero hasta cierto punto, de manera que no pierdan la capacidad de volar solos.

Incentiva en sus colaboradores la confianza en sí mismos

Si alguien piensa que no puede lograr algo, de seguro no lo hará. Si un grupo carece de la suficiente confianza en su capacidad para alcanzar un determinado objetivo, toda formación, experiencia o destreza particular que ostente le servirá de muy poco, pues de seguro fracasará. Por ello, el líder estimula en su grupo el sentimiento de pisar firme, pero además hace partícipe a cada uno de sus miembros de la convicción que serán ellos y sólo ellos quienes produzcan, con su trabajo cotidiano, el futuro posible.

Puede, de hecho, liderar otras áreas

Por sus habilidades directivas, puede perfectamente desempeñarse con éxito en áreas distintas. Si bien deberá aprender los pormenores de procesos y funciones que hasta ahora no conoce, su capacidad de gerenciar le brindará las herramientas esenciales para llevar adelante al nuevo sector.

Organiza eficientes equipos de trabajo

Instrumenta objetivos claros y expone los mecanismos de evaluación y control que se utilizarán. Compara con el grupo las desviaciones entre lo real y lo estimado, y juntos analizan e implementan las soluciones pertinentes. Hace que el trabajo sea estimulante para cada colaborador. Abre paso a toda iniciativa. Promueve el aporte de ideas que hagan crecer el proyecto manejado por el grupo. Brinda reconocimiento público a la labor, y alienta a cada integrante a que se supere, otorgándole la posibilidad de capacitarse y asumir mayores responsabilidades. A la hora de dar el ejemplo, está siempre a la cabeza.

Sabe destacar y recompensar los logros de sus colaboradores

Si es necesario, concibe nuevas formas de recompensar el aporte y desempeño de su grupo. No le pasa por alto que detrás de la concreción de un objetivo ambicioso hay muchas horas de sacrificio y entrega del grupo, y de ciertos miembros en particular. Por ello, y en la medida que puede, intenta que la gratificación sea significativa para el colaborador.

Es tolerante con los errores ajenos

Ha aprendido que lo importante es mejorar el desempeño, y que esta mejora se sustenta muchas veces en cometer errores y aprender de ellos. De hecho, da ejemplo de sus propios errores. Sabe que una crítica destructiva sólo hará que la persona tenga miedo de equivocarse, se paralice y pierda su confianza. Por ello, no critica, sino ayuda a mejorar. Estimula a seguir avanzando con mejores herramientas.

Cambia las reglas de juego cuando considera que ya no son útiles

Si la situación no puede resolverse con el actual esquema de reglas (sean éstas mentales o de tradición empresarial, por ejemplo) no teme romperlas y cambiarlas para lograr hacer frente al nuevo escenario. Entiende que a veces hay que construir nuevos caminos, sobre todo cuando los existentes nos alejan demasiado de nuestro destino.

Es flexible, adaptativo y cambiante, incluso con su forma de ver las cosas

Conservando sus principios, sustentados sobre bases éticas, no teme cuestionar su propia manera de encarar los negocios, de cambiarla si es necesario, y siempre está dispuesto a aprender, a desarrollar nuevas habilidades y a poseer una visión multidisciplinaria.

Colabora efectivamente con otros líderes

Integra un equipo directivo donde prima la capacidad e idoneidad para resolver problemas, no los cargos y ambiciones personales de cada uno. Entre todos buscan aprovechar las sinergias que se producen, porque saben que varias cabezas piensan más y mejor que una sola. Bajo un plan definido, brindan valiosas soluciones y mejoras a la compañía.

Contrata a excelentes profesionales, incluso de mejor formación que él, y no teme a esto

Sabe perfectamente que no puede ser el mejor en todo; de hecho, estimula a sus colaboradores a que le superen en formación. No busca destacar por sus títulos; busca ser el mejor gerente. Sus habilidades pasan por otro lado. Por eso, contrata y se rodea de excelentes profesionales, capaces de asumir proyectos ambiciosos y brindar un alto valor agregado a la empresa.

Es seguido por su ejemplo, valores personales y la confianza que pone en sus objetivos, lo que motiva y estimula al grupo

El líder no obliga a nadie a que le siga, ni que lo tome como modelo. El líder hace, da el ejemplo, influye positivamente y es seguido por sus enormes valores, tanto personales como profesionales. Pero no por ello corta las alas a sus subordinados, o se rodea sólo de obsecuentes. Nada de eso. Estimula el disenso y la crítica productiva que conlleva una mejora de las cosas, es humano y solidario, y es por ello que es preferido a cualquier jefe a la antigua. Brinda libertad y se limita a dirigir la mirada hacia el camino, hacia donde se debe llegar. Él irá primero, y acompañará activamente a su grupo.

Reduce todo a lo esencial. No muere en un mar de detalles y posibles complicaciones

Sabe mirar la esencia de las cosas. Ataca el nudo del problema. No se distrae con los detalles o posibles dificultades para llegar a la meta, ni tampoco permite que le desmoralicen y aparten de su objetivo. La vida es simple, y son los hombres quienes la complican, sería su frase preferida.

Asume riesgos controlados y actúa

No se queda en proyectos e ideas; busca llevarlos a la práctica. Todo involucra cierto riesgo y él lo sabe. Pero cuando está mayormente seguro, luego de establecer las medidas para prevenir y acotar posibles contingencias, avanza directamente hacia el objetivo. ¿Que surgen otros problemas en el camino? Es lógico que así sea, pero él confía en su capacidad de trabajo y resolución, y en el profesionalismo de sus colaboradores. De seguro les resolverán.

AUTOANALISIS

Hemos observado los rasgos más importantes que un buen líder debe poseer. Pero no nos quedemos sólo con esto. Miremos hacia nosotros mismos, y para ello, nada mejor que el siguiente cuestionario. Busca ayudarnos a conocer qué tenemos que mejorar. No cubre, ni mucho menos, la totalidad de puntos a encarar, pero es un buen inicio. Le pido, entonces, que responda a cada pregunta de forma precisa y honesta, anotando en un papel los puntos sobre los que sienta que debe hacer algo.

– ¿Cuáles son mis fortalezas y debilidades? ¿Cómo puedo incrementar las primeras y compensar o mejorar las segundas? Recuerdo que mi punto de apoyo e impulso son mis fortalezas.

– ¿Qué nuevos conocimientos o habilidades debería disponer para realizar mejor mi trabajo? Hago una lista y establezco prioridades. ¿Dónde puedo adquirirlos?

– A la hora de tomar decisiones, ¿estoy seguro de lo decidido y sigo adelante, o dudo permanentemente sobre si tomé el camino correcto? ¿Transfiero esta inseguridad a los que me rodean? ¿Creo con ello, desconfianza e inseguridad en los demás?

– ¿Cuán seguro estoy de mí mismo y de mi capacidad para conseguir lo que pretendo? ¿Me falta confianza? ¿Busco siempre estar absolutamente seguro de todo antes de dar un paso adelante? ¿Temo enfrentar cualquier riesgo? ¿Pienso que posiblemente fracasaré al hacer algo, antes de intentarlo?

– ¿Qué tan a gusto estoy en mi trabajo? ¿Qué me disgusta? ¿Cómo podría mejorar lo que me desagrada?

– ¿Cuán buena es mi relación con mis colegas y subordinados? ¿Qué cosas atentan contra ella (preconceptos, viejas disputas, etc.) que deba olvidar o modificar? ¿Realizo acciones concretas para incrementar y mejorar la relación, o simplemente actúo reactivamente (cuando me saludan, saludo...)?

– ¿Conozco las cualidades y aptitudes especiales de mis colaboradores? De hecho, ¿les conozco, o son simplemente un número en mi lista de personal? Si alguien me preguntara por el Capital Intelectual de mi empresa, y yo tuviese que pormenorizar los aportes de mis colaboradores, ¿sabría qué contestar?

– ¿Sabría echar mano del know-how de mi empresa para emprender proyectos diferentes?

– ¿Qué tan innovadora y flexible es mi manera de ser y pensar? Analizo mis preferencias y actos cotidianos. ¿Se contradice lo que hago con lo que desaría hacer? ¿Por qué?

– Cuando hay que trabajar bajo presión, ¿cómo me comporto? ¿Pierdo el control y reacciono mal? ¿Acepto la presión y la canalizo positivamente?

– ¿Controlo mis impulsos, evitando estallar por cualquier motivo? ¿Poseo un carácter estable, o soy un manojo de nervios?

– ¿Cómo me comporto cuando debo trabajar en equipo? ¿Colaboro activamente, compartiendo y respetando las ideas de los demás, o intento siempre imponerme, y que mi posición sea la elegida?

– Cuando cometo un error, ¿asumo mi responsabilidad sin intentar justificarme ni ocultar la falta, ni mucho menos culpar al resto? ¿O prefiero descargar la ira sobre mis colaboradores?

– ¿Mi forma de ver la empresa es siempre positiva, dinámica y emprendedora, o en realidad sólo me limito a cumplir mi horario y las funciones encomendadas?

– ¿Intento todos los días construir mi proyecto de crecimiento personal y profesional buscando llegar a objetivos previamente definidos, o simplemente espero lo que me puedan dar los años?

– ¿Miro directamente hacia el mercado? ¿Mantengo un diálogo fluido con clientes, distribuidores y proveedores? ¿Constituye una premisa importante y fundamental el dejar, al menos una vez a la semana, mi cómoda oficina y salir a la calle para conocer de primera mano lo que sucede? ¿Visito las sucursales, hablo con el personal, observo a los clientes cuando eligen, compran, se quejan o reclaman? ¿Luego vuelvo a la oficina y busco colaborar en la solución de los errores que existen, o simplemente dejo que se encargue el personal de la zona?

– ¿Confío en mis colaboradores, o siempre estoy a la defensiva, evitando delegar la toma de ciertas decisiones? ¿Apoyo los controles que ellos realizan, o necesito caer de sorpresa y controlar las cosas yo mismo, verificando hasta el mínimo detalle?

– ¿Poseo el valor y la entereza para afrontar la conducción de mi empresa en momentos difíciles, en medio de una crisis o en tiempos de recesión?

12 SUGERENCIAS PARA MEJORAR SU LIDERAZGO

1) Desarrolle una poderosa fuerza de voluntad

El secreto para lograr las cosas en la vida pasa, muchas veces, por una férrea voluntad. Una gota de agua que cae sobre la poderosa roca puede, humildemente y con tesón, perforar totalmente la piedra. Sea entonces como el agua, dúctil, renovada y tenaz, sobre todo tenaz. Nuestra voluntad marca la diferencia entre llegar a la meta, o desanimarnos y desistir. Es la poderosa palanca que mueve nuestro universo. Acrecentarla día a día, en cada acto cotidiano, constituye la mejor inversión.

2) Busque potenciar las fortalezas y subsanar los defectos

Sufrir por lo que carecemos, en vez de ver nuestras fortalezas (y todo lo que podríamos generar con ellas), sólo nos llevará a la inacción. Todos tenemos puntos fuertes y débiles; potenciemos entonces los primeros y corrijamos los segundos. Apoyémonos en lo que hacemos mejor, buscando oportunidades para aprovechar nuestras fortalezas. Porque en ese ámbito usted puede dar lo mejor de sí. Además, es lo que le gusta hacer, y para lo que está en mejor forma.

Resta un consejo: en esa área en la que usted es muy bueno, evite caer en las garras de otro enemigo poderoso y también paralizante. ¿Adivina cuál es? Es el excesivo perfeccionismo. Muchas veces, en la idea de no lograr el ansiado nivel, se dejan de hacer cosas al considerarse que saldrán demasiado imperfectas. Ni lo uno, ni lo otro.

3) Festeje sus triunfos y aprenda de sus errores

Los éxitos constituyen un poderoso estímulo, cierto es. Pero de los errores se aprende, y mucho, si les tomamos como escalones necesarios para ascender a la meta. Aquí no cabe la soberbia, el amor propio herido, y mucho menos la negación. Hay que aceptar las fallas, preguntándonos qué pasó. ¿Plazos muy ajustados? (¿Por qué se aceptó de esa manera?; ¿Qué otras alternativas de reducción de tiempos no se instrumentaron?) Luego, convocar a todos aquellos que puedan brindar solución, ideas e iniciativas para mejorar, a reuniones especiales, y trabajar sobre el problema.

4) Conviva con la incertidumbre

En el contexto actual, los cambios se suceden vertiginosamente. Se acabó la antigua seguridad que se tenía en décadas pasadas, donde no se producían modificaciones sustanciales hasta pasado cierto tiempo, y éstas eran, dentro de todo, predecibles. Terminó la renovación de productos por otros más grandes o con alguna prestación adicional, para dar paso al tiempo de la Innovación Total. Aparecieron escenarios (como Internet, por ejemplo) que modificaron ciento por ciento la concepción de los negocios, que pasaron de ser locales a globales, utilizando comunicaciones instantáneas de muy bajo coste. Y a su vez, esto aceleró la producción de numerosos cambios asociados.

En este ámbito, muchas veces se debe convivir con la incertidumbre. Pero esta incertidumbre es relativa, en tanto y en cuanto podamos afrontarla con estudios y análisis de tendencias, un poderoso know-how e instalaciones reutilizables para proyectos diferentes, un equipo profesional altamente motivado y eficiente, y sobre todo, nuestra mirada siempre puesta en lo que precisa el cliente para anticiparnos a ello antes que la competencia.

5) Aprenda a ver oportunidades en momentos de crisis

¿Crisis... u oportunidad? Depende en buena medida de nosotros. En toda crisis surgen nuevas facetas para explotar, sea en el propio país donde esté asentada la empresa, o bien mirando al extranjero para, por ejemplo, exportar u otorgar franquicias o licencias.

Lo importante de todo esto es nuestra actitud hacia la crisis. Es evitar verla como el derrumbe de todo lo que hemos construido, para considerarla directamente como una excelente oportunidad de replantear nuestro negocio, no sólo de cara a su subsistencia regional, sino a su consiguiente crecimiento.

6) Confíe en sí mismo, y no dude de sus posibilidades y aptitudes

Quien a cada paso se cuestiona sus actos, duda de sí mismo, y no confía plenamente en sus cualidades, lleva consigo el peor demonio de cara a su vida profesional y personal. Porque esta falta de confianza le impedirá desarrollarse y potenciar sus dotes. Por ello, no importa en qué contexto estemos, o qué crisis nos toque pasar; nuestra confianza y seguridad deben ser valores inamovibles, sobre los que podamos sustentar todo proyecto presente y futuro.

No importa si caemos al suelo una y más veces; con igual fuerza y determinación nos levantaremos para continuar dando batalla. No importa tampoco si debemos deshacer lo andado, cambiar de rumbo, mudar de ropas. Si nuestra confianza es sólida, de seguro podremos afrontar cualquier desafío. Y cuando las dudas aparezcan, haga desfilar ante sus ojos todos sus triunfos y logros a la fecha. ¿Lo ve? Todo eso lo construyó usted. Entonces, ¿qué le impide avanzar por más?

7) Tenga un fuerte espíritu comercial

Condición primordial en todo buen directivo. Busque nuevas posibilidades de negocio, sea expandiendo su gama de productos, accediendo a nuevos mercados o explotando posibilidades generadas en determinados contextos que sean rentables. No tema vender, pues es una de las facetas necesarias en su actividad.

8) Sea una persona organizada

Planificar constantemente es un requisito esencial. No se elabora un Plan de Negocios sólo al inicio de la empresa, o cuando se debe presentar ante un posible inversor; se planifica siempre. Debe hacerse tiempo para ello. Pero además, sea metódico y ordenado.

9) Oriéntese a la concreción de objetivos debidamente cuantificados

No diga "debo vender más", pues eso no constituye un objetivo; a lo sumo, es una expresión de deseos. Cuantifique y ponga plazo a cada objetivo. Por ejemplo, diga "debo vender un 20% más, de aquí a seis meses." Toda acción debe buscar la concreción de un objetivo determinado, porque si no es así, puede caerse en el peligro de ir hacia ninguna parte.

10) No trabaje en exceso, sino eficientemente

Quien requiere de más horas para concretar una tarea demuestra que algo falla en su concepción del trabajo. O pierde el tiempo (por falta de método u organización), o privilegia tareas que no son ni urgentes ni tampoco importantes. Nunca crea que llevarse trabajo a su casa es signo de extrema productividad; muy por el contrario, esto demuestra que no ha administrado bien su tiempo en la oficina.

11) Aprenda y mejore a través de la formación continua

Capacitarse y estar al día son requisitos indispensables para actuar en el cambiante mundo de los negocios. Pero esto no debe relegarlo a la formación que pague o promueva su empresa; usted debe preocuparse por su cuenta. Suscríbase a revistas de su especialidad, y asista a cuanto curso le resulte provechoso. Utilice Internet, a través del E-Learning. Amplíe sus horizontes, porque hoy en día hacen falta perfiles generalistas que puedan adaptarse y navegar en diferentes industrias, y por ello, los conocimientos de distintas especialidades (aun de manera somera) le resultarán muy útiles. No se conforme con su disciplina.

12) Posea una visión optimista de las cosas

Dos profesionales técnicamente similares, con idénticas posibilidades, pueden, a lo largo de su vida laboral, obtener resultados totalmente opuestos. Mientras uno busca siempre cómo amoldarse mejor a las circunstancias y aprovechar cuanta oportunidad se presenta, el otro se debate en una madeja de supuestas dificultades, viendo oscuridad donde tal vez sólo falte un poco más de luz. La manera de ver las cosas de cada uno influirá en los resultados finales; el optimista luchará siempre con renovados bríos por lograr su objetivo, y si debe amoldarse a circunstancias negativas, lo tomará como una excelente posibilidad para explotar nuevas facetas hasta ahora dormidas; pero el pesimista se quedará siempre mirando la vida pasar frente a su ventana, criticando lo mal que van las cosas (las suyas) aunque el resto avance.



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